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Proceso

 

El proceso de la elaboración de la talavera es complicado y prácticamente no ha cambiado desde la temprana época virreinal. El primer paso es mezclar arcilla negra de Amozoc y Arcilla blanca de Tecali. Es entonces lavada y filtrada para quedarse con las partículas más finas. Esto puede reducir el volumen en un cincuenta por ciento. En seguida la pieza es modelada a mano en un torno, y dejada a secar de 15 a 20  días dependiendo el tamaño de la pieza. Viene entonces la primera cocción, a una temperatura de 850 °C (1 562 °F). Tras comprobar que no tiene fisuras o defectos. Se aplica el vidriado inicial o fondo blanco-marfil llamado esmalte. Posteriormente, el decorado se pinta a mano. Finalmente se expone a un segundo cocido para vidriarlo. Este proceso puede llegar de dos a  tres meses para la mayor parte de las piezas.

El proceso es complicado a un grado tal que durante la época virreinal los alfareros encomendaban las piezas con oraciones especiales durante el proceso de cocimiento.

Algunos talleres en Puebla ofrecen visitas guiadas y explican el proceso, como talavera La Colonial

 Uso

La talavera se emplea principalmente para utensilios de uso común tales como platos, jarrones, tibores, floreros, lavamanos, artículos religiosos y figuras decorativas. Sin embargo, una cantidad importante se destina a la decoración interior y exterior de edificios en México en forma de azulejos, en especial en la ciudad de Puebla. La cocina poblana es uno de los motivos decorativos de la Talavera, desde los azulejos que decoran los muros y tarjas hasta los platos y otros utensilios de cocina. Constituye un estilo per se de decoración en las cocinas mexicanas. En las antiguas cocinas conventuales muchos diseños incorporaban el emblema de la orden religiosa. Muchas de las fachadas del centro histórico de Puebla están decoradas con estos azulejos, así como fuentes, patios, iglesias y otros edificios, y constituyen parte importante de la arquitectura barroca poblana. El empleo de azulejos era una demostración del estatus económico familiar o de la iglesia. Esto condujo a un dicho que dice: “No aspirar a construir una casa de azulejos equivale a no aspirar a mucho en la vida”. Demostrar un nivel de vida alto no estaba restringido a Puebla. En la Ciudad de México, la Iglesia de la Encarnación y la de la Virgen de Valvanera ostentan ambas cúpulas revestidas de azulejos. El más famoso ejemplo del uso de la talavera en la capital es la Casa de los Azulejos, palacio del siglo XVIII edificado por el conde del Valle de Orizaba. Lo que hace a este palacio único en la antes llamada Ciudad de los Palacios, es que su fachada en todas sus caras está completamente revestida de azulejos azules y blancos, exorbitante para la época de su construcción.

 

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